La naturalidad, una actitud para recuperar a través de la piel
Una de las cualidades que hemos perdido en la vida moderna actual es la naturalidad, el contacto con nuestro cuerpo, como caminar descalzos sobre un césped o mojar los pies descalzos en la arena de una playa...
y por qué no... tal vez correr desnudo y tirarse al mar
escalar una montaña sin expectativas, disfrutar del camino respirando aire puro en contacto con los animales y plantas que nos rodean…
Pero me doy cuenta de que en la vida cotidiana y en nuestra cotidianidad marcada por las reglas sociales, experimentar la naturalidad en el estado puro e indisciplinado del término se vuelve realmente difícil.
Pero hay alternativas y es parte de mi visión y mi misión encontrarlas y llevárselas a otros en la medida de mis posibilidades.
Una de estas alternativas que está dentro de mis posibilidades es definitivamente el masaje.
Puede parecer desconectado de lo que acabo de escribir, pero créanme que el masaje está muy cerca del contacto profundo con la naturaleza, la naturaleza humana a través de una parte muy sensible de nuestro cuerpo.
Esta parte es algo en lo que no piensas, tal vez lo das por sentado y, sin embargo, es realmente importante.
¿Sabes lo que es?
es la piel
Pero, ¿qué es el cuero?
La respuesta correcta es que es el órgano más grande de nuestro cuerpo.
Está formado por dos tejidos muy importantes: la epidermis y la dermis que juntas forman la piel.
La epidermis es un epitelio de revestimiento externo que tiene sobre todo una función protectora: se forma una capa de protección contra los agentes externos a través del sebo, el sudor y los desechos.
La dermis, por su parte, es un tejido conjuntivo denso, rico en fibras nerviosas libres que reciben y transmiten la sensibilidad al dolor y rico en corpúsculos que a su vez reciben y transmiten la sensibilidad a través del tacto, la presión, el calor y el frío.
Justo debajo está el tejido trófico laxo y el tejido adiposo que forman el tejido fibroadiposo que tiene numerosas funciones importantes como:
- defensa contra las infecciones gracias a las células "barredoras", como los linfocitos y los macrófagos)
- reserva de energía gracias a unas células llamadas adipocitos
- termorregulación en el sentido de que aísla del calor y del frío
- soporte porque "soporta" los vasos sanguíneos y las estructuras nerviosas, además de constituir el plan
deslizamiento para el tejido muscular subyacente (la llamada fascia)
- intercambio de sustancias entre la sangre y los tejidos.
Ahora está más claro por qué la llamada "piel" asume una enorme importancia para nuestra vida.
Además de transmitir toda la información internamente y gestionar la sensibilidad hacia el exterior, nos defiende de él.
Como nos recuerda el famoso estudioso de la epigenética Bruce Lipton (autor de varios libros, entre ellos "la biología de las creencias", Macro Edizioni) es precisamente el entorno el que crea el evento. El entorno es energía/vibración que puede ser tanto química como estructural, pero también y sobre todo mental (piensen en el famoso efecto placebo).
Sin embargo, la piel es nuestra envoltura más externa que entra en contacto con el medio ambiente y en cuanto al medio interno, Bruce Lipton se ha fijado en la membrana celular que no es más que la piel de las células.
Como puedes entender, la piel es mucho más que una cubierta y juega un papel fundamental en su contenido, al igual que la membrana celular es mucho más importante que el núcleo, que contiene el famoso ADN. La membrana permite la comunicación con otras células y por tanto con la vida misma.
Y ahora que lo sabemos, volvamos a la piel del cuerpo como portal hacia el bienestar y la naturalidad que comentaba al principio.
La piel quiere caricias, quiere aire limpio, la piel quiere tu cuerpo y el ser que el cuerpo alberga para respirar.
Por eso tocar la piel durante un masaje es un viaje maravilloso que permite contactos especiales, insólitos, que permiten a la persona salir renovada, llena de nuevas energías y abierta a activar la autocuración.
El enfoque correcto para "entrar en este mundo" es la presencia total, un modo meditativo de extrema atención, escucha y amor, dejándose llevar por el flujo de la energía de ese momento: ingeniosamente creado con muchos años de preparación.
Intenta acariciar tu cuerpo con puro amor.
Intenta sentir cómo se siente tu piel.
Intenta hacer todo esto sin juzgar
intenta y luego intenta imaginar cuando confías tu piel a una caricia profunda que nutre las células y armoniza la esencia...
esto para mí es masajear el cuerpo y el alma de las personas.
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